
Una voz la devolvió a la realidad, por megafonía
anunciaban la inminente salida del Expreso.
Su cuerpo se heló, asustada por el poco tiempo del que disponía para estar a tú
lado. El miedo la estaba paralizando, las palabras más deseadas no salían, se
agolpaban en su garganta pidiendo paso, era tanto lo que quería decirte y tan
poco tiempo que su mente no lograba organizar todo ese cúmulo de sentimientos
que brotaban de su interior
Lo miraba, contemplaba tu actitud.
-¡Que distinta a la mía, amor mío!
El cielo sobre ella se llenaba de negros nubarrones, el, tan sólo, se
preocupaba de su equipaje, de su número de asiento, de sus compañeros.
Eva le seguía rogándole una mirada, un gesto que le diera a entender que los
dos sentían lo mismo.
La desesperación hizo que le agarrara su mano, con la rabia de una fiera
herida, le clavó has uñas hasta que un quejido salió de tu garganta,
¡Mírame! le rogaba sin hablar; sus ojos brillantes hicieron el resto.
-Tranquila cielo, estaré bien y me sonreíste.
¡Bien!. ¡Él claro que estará bien!
Le seguía, le miraba, sus ojos le pedían un beso, un abrazo, una caricia, pero
sus ojos se centraban en cosas vanas y absurdas…
En ese instante, sonó el último aviso, un aviso que venía acompañado de una
mano invisible que le desgarró las entrañas, su alma sangraba, el dolor era tan
intenso que apenas una lágrima de deslizó por sus mejillas, sus piernas no le
respondían, se sentía desvanecer ya no por tu partida, era la indiferencia que
percibía, herida de amor necesitaba su auxilio y no lo veía.
Un beso apresurado humedeció sus labios y se mezcló con las lágrimas, lágrimas
de amor y desesperación.
Ennegrecidas por la carbonilla del expreso al partir.
Lágrimas que durante ocho meses ocultaría como su vientre.
Fue una tarde, ya de noche...
vengo a decírtelo ahora
ahora que te tengo enfrente,
era fiesta, ¿o no lo era?
recordarlo no lo recuerdo,
y nos fuimos monte adentro
tampoco sé como de adentro
pero nos fuimos los dos,
perdimos la voluntad,
las ganas nos ganaron,
el deseo nos cegó;
así tal como te cuento el cuento
ahora aquí, solas tu y yo,
muy despacio te lo aclaro:
allí te concebimos
sin saber el significado
de una palabra extraña
ni de unos actos nuevos.
Y nos quedamos solas
solas las dos, tu no me veías
y yo sin verte te sentía;
y así con la pena prendida
el alma triste y partida,
aprendimos a querernos
así como te quiero ahora
como te he querido siempre.
Pasó el tiempo, esos meses,
nadie dijo nada, nadie reclamó
y ahora ya no es hora
ahora sí que no.
Sin contarte que fue duro, que no tenía experiencia, que me daba miedo
romperte, que sola pero contigo, que crecí de golpe, que me hice mujer, muy
mujer, que me salté unos años, que me enfrenté al mundo contigo y por ti.
Así y no de otra manera.
Esta es la unión de dos entradas, de dos personas, de dos fechas diferentes que
MaRia unió y publicó en su blog y ahora lo hago yo, no hubo preparación ni acuerdo previo y es que a veces los corazones sienten mas de lo que las mentes creen.
Gracias a MaRía