Una tarde que nos conduce a una noche, dos preguntas -No (no era
cierto) - Si (curiosidad). Una despedida
antes de llegar la madrugada. Buen viaje.
Horas, un día. Teléfono: he vuelto y otra
pregunta ¿Qué flores son las que más te
gustan? – Las amapolas. - Silencio… ¿Y
después?...
Llegaron.
Y siguieron llegando, cumpleaños, aniversarios, porqué si, y sin más.
Llegaban de su mano, a veces con tarjeta, otras
solo con beso.
Hoy veo las amapolas y siento un soplo de aire que
se queda prendido en esa lágrima seca y silenciosa.
Parece una historia triste. Las amapolas tienen una elegancia campestre. Rocio
ResponderEliminarLa historia durante un tiempo fue divertida, luego ya no. Y coincido en que las amapolas son elegantes, llegan sin molestar y se van sin avisar. Gracias por comentar Rocio.
ResponderEliminarSaltos y brincos
Una historia bonita con un fondo triste. Nunca me gustaron las amapolas.. Bss
ResponderEliminarA me gustan, son independientes, sencillas y sin pretensiones. La historia tiene tristeza al final, pero fue maravillosa mientras duró.
ResponderEliminarSaltos y brincos
A mi me gustan las amapolas porque no se dejan amaestrar.
ResponderEliminarBesos, Ester.
Ese es su encanto. Dicen que si cortas el tallo con tijeras y luego lo quemas duran en un jarrón. Yo sería incapaz de mancillar de esa manera su sensibilidad.
ResponderEliminarGracias por pasarte Torcuato.
Saltos y brincos
Una historia muy bella Ester, felicidades por haberla disfrutado y no es cierto que se acabara, puesto que tú la recuerdas y la describes de ese modo....
ResponderEliminarA mí me gustan las amapolas porque nacen libres, donde les da la gana :)
Saltos y brincos!! y un abrazo,
Carmen
La historia es de los años 70, despues fue mejor. Muchas gracias por pasarte por aqui y dejarme tus comentarios Carmen
EliminarSaltos y brincos