Era imposible rescatarlos a todos, el mar ya no era un lugar
seguro, el mar ahora era venenoso.
Pensaban que no ocurriría, pensaban que, cuando sucediera a
ellos ya no les pillaría, pero no calcularon que eran muchos, demasiados los
bidones con restos biológicos, residuos nucleares, compuestos detergentes y
plaguicidas, baterías… todo se había salido de sus contenedores y la vida
marina ya no era posible.
Hubo que repartir el terreno entre elefantes y ballenas, sardinas y liebres, ostras y caracoles… sirenas y hadas.
Los campos verdes, verde espinaca verde alga, los viñedos
racimos de uva y grupos de caballitos de mar, en los trigales cabía el coral…
La luna temía asomarse al mar por si se caía dentro, las
estrellas buscaban desesperadamente a sus congéneres marinas.
Los atunes y los delfines por poco dinero nos transportaban, los pulpos trabajaban de limpiacristales, las gambas montaron restaurantes. Todo se puede arreglar en esta vida menos la muerte, pero parece que también se puede, yo salí del coma y de mis sueños.

